Nikos Avlonas
Presidente y fundador del Centro de Sostenibilidad y Excelencia (CSE)
No es una nueva película de la popular serie, un nuevo tipo de bonos conocidos como "bonos verdes" son una herramienta de inversión que puede, con lo que generan, contribuir a hacer frente al cambio climático. Como consecuencia, cada vez más gestores de capital se sienten atraídos por la idea de invertir en estos bonos. Tras el Acuerdo de París, los "bonos verdes" se convirtieron en el centro de atención. Aunque sigue habiendo dudas sobre qué consiguen exactamente, muchas organizaciones y empresas muestran un interés creciente por su alcance real.
Este tipo de bonos puede financiar proyectos no sólo en el campo de la energía solar y eólica y el transporte público, sino también apoyar iniciativas sobre ahorro energético, energías renovables, eficiencia energética (con la eficiencia de los edificios) y gestión sostenible de residuos. Al principio, las organizaciones supranacionales, como el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones, emitían la mayoría de los bonos verdes. Hoy en día, emiten más bonos verdes las empresas, así como las universidades y los gobiernos. Apple y Starbucks fueron de las primeras en proceder a una emisión de "bonos verdes".
En Túnez, por ejemplo, los bonos verdes que emitió el Banco Mundial aumentaron la eficiencia de los sistemas de regadío y los sistemas de suministro de agua fiables y seguros en zonas rurales donde los recursos hídricos eran limitados. En China, ayudaron a las comunidades propensas a sufrir catástrofes naturales a ser más proactivas financiando sistemas de control de inundaciones y alertas de inundaciones. En Colombia y México, apoyaron la eficiencia energética de los sistemas de transporte público, mientras que en otras partes del mundo financiaron proyectos de energías alternativas.
También se están utilizando en Europa. En 2016, Polonia fue el primer país en emitir un bono verde, con el objetivo de financiar proyectos empresariales "verdes". En 2017, Francia emitió el mayor bono verde de todos los tiempos, por valor de 7.000 millones de euros, generando el interés de los inversores que ofrecieron en conjunto 23.500 millones de euros. Notablemente, en 2017, los bonos verdes emitidos por empresas y organizaciones tuvieron un valor de casi $150 mil millones de dólares, el doble que en 2016, según la ONG Climate Bond Initiative de Londres. Ya estamos en camino de superarlo con más de $100.000 millones emitidos en junio de 2019.
Según el informe de la Iniciativa de Bonos Climáticos correspondiente a 2017, hasta el primer trimestre de 2018, los bonos europeos reflejaban 37% del número total de bonos a nivel mundial. Mientras tanto, ha aumentado el número de empresas que emiten este tipo de bonos: 48 de ellas pertenecen al sector energético, 35 al financiero, 23 al inmobiliario, 17 a gobiernos locales y 3 son estados. El interés de la Unión Europea por los bonos verdes es evidente dado que el Comité Europeo ya ha procedido a la modificación de algunas normas y procedimientos contables para beneficiar a las inversiones sostenibles. Además, en junio de 2019, presentó un Informe sobre el Estándar de Bonos Verdes de la UE elaborado por miembros de un grupo de expertos técnicos, según declaró el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis.
Siguiendo el progreso de los bonos verdes, se ve que sin duda pueden contribuir a mitigar las consecuencias del cambio climático. Por desgracia, algunos bonos verdes han sido acusados de ser producto de especulaciones o de estar vinculados a una falsa identidad ecológica o greenwashing. Para evitarlo, los emisores de bonos verdes, incluidas las empresas privadas, deben garantizar y cumplir unas normas claras y transparentes. Esto puede lograrse mediante un informe y una garantía independientes de todas las consecuencias que se derivan de las inversiones y el control de los proyectos que se financian con bonos verdes. Al mismo tiempo, las organizaciones que emiten este tipo de bonos deben haber diseñado estrategias de desarrollo sostenible y ser competentes a la hora de publicar las repercusiones de todas las inversiones con bonos verdes.
Los bonos verdes, como nuevo producto en los mercados internacionales, pueden contribuir en importantes inversiones y relacionarse con la financiación de proyectos verdes. No obstante, las organizaciones y la mayoría de las naciones que los emiten deben garantizar la transparencia a la hora de comunicar los resultados positivos de dichas inversiones, al tiempo que garantizan que pueden funcionar como una herramienta eficaz para el Desarrollo Sostenible.
Los bonos verdes como una de las mejores soluciones para el cambio climático
Suponiendo que los países desarrollados y en vías de desarrollo empiecen a utilizar los bonos verdes para financiar proyectos a gran escala de energías renovables y otros proyectos relacionados con la reducción del carbono, se reducirán significativamente las emisiones de carbono a nivel nacional y podría ser una de las mejores soluciones para luchar, a tiempo, contra el cambio climático. Esto podría funcionar bajo el supuesto de que se sigan unas normas mínimas y se realicen informes transparentes, así como una garantía externa para cada proyecto.